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La importancia del Lenguaje Corporal en el Tribunal

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La importancia del Lenguaje Corporal en el Tribunal
La importancia del Lenguaje Corporal en el Tribunal

La comunicación no sólo es oral, también es escrita, escénica y gestual

En el lenguaje gestual predominan los gestos, en especial la cara y las manos, aunque también intervienen otras partes del cuerpo. Así lo demuestran múltiples representaciones artísticas a lo largo de la historia. Un baile regional, por ejemplo, además de ser una manifestación artística es una comunicación gestual llena de significado. — Saludar a alguien con un abrazo, o con un apretón de manos, es muy revelador. Levantar el dedo “corazón” es una ofensa, que a veces resulta más humillante que un insulto verbal.

¿Cómo influye el lenguaje gestual en Sala?

Los gestos con los que el cliente o el testigo acompañan sus declaraciones son tenidos en cuenta por el tribunal en el momento de valorar su credibilidad. Hasta tal punto, que la Sala Segunda del Tribunal Supremo, en su reciente sentencia 119/2019, de 6 de marzo, ha incluido el Lenguaje gestual de convicción como uno de los once criterios que el juzgador debe considerar como elemento probatorio de la verosimilitud del declarante. El lenguaje gestual es un espejo de las emociones reales de nuestros interlocutores.

Por ello, te conviene tener en cuenta estas reglas.

Regla 1.- Mantente erguido.

El cuerpo erguido manda muchos mensajes. El primer mensaje, señal de presencia. La presencia significa seguridad en uno mismo, y también respeto hacia los demás. Un cuerpo encorvado no augura nada bueno. La primera señal que recibirá el contrincante de un Abogado que entra en Sala con el cuerpo mirando al suelo será la de abatimiento e inseguridad. No envíes mensajes negativos ni augurios de derrota. Recuerda que, a menudo, el cuerpo habla antes que la boca. La mejor postura corporal mientras estés en Sala es aquella en la que el cuerpo se mantiene erguido y con la espalda recta. Así, revelas al Tribunal y a los presentes que te sientes seguro en tu alegato. En el momento de mayor intensidad de tu discurso puedes  inclinarte levemente hacia delante y, acompañado de las manos, dar más énfasis a tu argumento. Pero nunca te recuestes en la silla, pues, lejos de parecer seguro, revelarás una actitud de prepotencia o superioridad. Y recuerda que en estrados no eres superior a tu adversario. La mejor cualidad, la humildad; el mejor argumento, el preparado hasta la extenuación.

Regla 2.- Mantén las manos abiertas con las palmas levantadas. 

Las manos abiertas hablan por sí mismas: no tienes nada que esconder, estás seguro de ti mismo y con las ideas claras. Las manos refuerzan el poder de los argumentos. Nunca las tengas estáticas. Cuando interrogues y cuando expongas tu alegato, muestra las palmas de las manos abiertas y hacia arriba, pues es señal de franqueza y transparencia. De este modo, provocarás una reacción inconsciente de aceptación en el que escucha. Las manos abiertas muestran tu sinceridad y honestidad. No escondas las manos debajo de la mesa mientras estés hablando, pues se podría interpretar como un gesto de estar escondiendo algo.

No juegues con los dedos ni con el bolígrafo ni con otro elemento; son gestos típicos de quien está inseguro y nervioso y trata de disimularlo. No te frotes las palmas, es señal de expectativa de ganancia. Bueno será que notes que el juicio te está favoreciendo, pero no reveles en la Sala esta sensación. Tu impresión puede ser errónea, y la sentencia podría darte un disgusto.

Regla 3.- Descansa los hombros.

El cuerpo relajado transmite tranquilidad y seguridad. La tensión corporal no es buena compañera. Si tomas asiento y el adversario nota tu tensión en la rigidez de tu postura pensará que le temes. Un cuerpo descansado denota naturalidad y no dará pistas de cómo te sientes de nervioso. En España los abogados no se pasean por la Sala como en las películas americanas. Aquí el letrado está parapetado detrás de la mesa. Y desde esa posición debes transmitir seguridad en ti mismo. No tiendas a comerte el micrófono de la mesa echándote encima de él. Si te reclinas encima del micrófono disminuyes la transmisión de confianza en tu defensa. Tampoco lo toques de vez en cuando a modo de descarga de tensión. Para tu adversario, la tención manifiesta equivale a poca autoridad en tu confianza y seguridad.

Regla 4.- No te inclines hacia delante.

Hay gestos que revelan amabilidad e interés y gestos o posturas que revelan agresividad. Incluso un mismo gesto o postura puede tener significado contradictorio. Si en medio de una conversación con otra persona notas que se inclina levemente hacia ti, este gesto revela que esa persona está interesada en lo que estás diciendo y te resultará agradable. Sin embargo, cuando estés en Sala ejerciendo de abogado y tengas que interrogar a un testigo o perito, evita inclinarte hacia delante cuando formules las preguntas, pues ese gesto pone de manifiesto cierta agresividad que puede incomodar al declarante y arruinarte la defensa; seguramente el Tribunal te llamará la atención; interrogado se sentirá intimidado y su respuesta será hostil. Mantente en tu sitio, relajado y calmado; nada mejor que dirigirte al testigo con amabilidad.

Regla 5.- No desvíes la mirada como señal de desprecio.

¿Cómo te sentirías si el abogado de la parte contraria no te mira mientas estás exponiendo tu informe? ¿No te sentirías menospreciado y ninguneado?

El código entre abogados exige respeto entre colegas, y así debe ser. No olvides que los clientes, terminado su asunto, se irán; sin embargo, no hay nada mejor que una buena relación entre colegas. Con el tiempo incluso podéis haceros amigos, podréis compartir asuntos y, quien sabe si algún día recordarás su buena exposición y podrías pedirle consejo.

Mírale de frente y préstale atención, aunque te aburras. No le hagas notar que su discurso te resulta tedioso. Ponte en su lugar.  Si llevas bien preparada tu defensa te agradará que te presten atención. Ten empatía con tu contrincante. No te olvides de que, al desviar  la mirada con intención de desprecio puedes causar un efecto rebote, y es que tu adversario entienda que tu falta de atención no obedece a tu falta de interés sino a una reacción de evitar el contacto por temor a su excelencia.

Foto: El Confidencial

Elena Regulez 
Abogado especialista en Derecho de Familia y Derecho Penal

22/08/2022

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